Nombre común: tomillo, tremoncillo.
Nombre científico: thymus vulgaris.
Familia: lamiaceae.
Origen: Mediterráneo y norte de África.
Que no te engañe el «vulgaris» de su nombre, que solo se utiliza para identificar a la más común de las thymus. Se tienen registros del uso del tomillo desde tiempos milenarios, como en las civilizaciones egipcias y en la grecia antigua.
Los egipcios la llamaban «tham» y era su planta predilecta para realizar la limpieza de los muertos. Para los griegos tenía un carácter menos ceremonial y le dieron el nombre de «thymos» o «ánimo», probablemente por el exquisito aroma que desprende.
Se dice también que su nombre tiene origen en la palabra griega para «fumigar», ya que es excelente para ahuyentar insectos invasores.
Como sus hermanas aromáticas, el tomillo también tiene múltiples propiedades para la salud, con el extra de que además se ve hermosa al florecer. Funciona como un delicioso condimento, es medicinal y además puede decorar tu jardín de plantas aromáticas. ¡Sobran razones para cultivarlo!
Cuidados del tomillo
El tomillo crece en jardines, pequeños balcones e incluso jardines internos. Es una excelente opción para el jardinero principiante u olvidadizo, ya que es de fácil cultivo. Es rústica y se adapta a distintos cambios de clima, así que en zonas muy frías deberás cubrirla con alguna malla protectora u optar por trasladarla a un lugar más cálido.
- Luz: necesita estar a pleno sol o algunas horas de sombra en la tarde, ya que es así como aprovechará todo su potencial.
- Agua: el tomillo es particularmente tolerable a la sequía, por lo que no necesitará de un riego constante. Aumenta la cantidad de agua que le proporcionas solo en las épocas más calientes del año. Para evitar el exceso de humedad, utiliza un suelo permeable, preferiblemente seco y calcáreo.
- Cultivo y reproducción: se reproduce principalmente por esquejes, con preferencia a principios de primavera u otoño. Esta época también es excelente para podarla, ya que ayudará a que mantenga su crecimiento. Inmediatamente, puedes tomar esquejes para plantarlos y reproducir la planta. Tanto las hojas como las flores pueden cultivarse y disecarse para su consumo.
- Abonado: no es necesario, pero puedes añadirle un abono orgánico de vez en cuando. Para el abonado artificial, evita los ricos en nitrógeno, que solo la harán crecer rápidamente y en exceso pero débil.
Tamaño
El arbusto rara vez supera los 40 cm de alto. Tiene múltiples ramas con hojas de 3mm a 8mm de largo y máximo 1,5mm de ancho y desprende unas flores muy pequeñas de entre 4mm y 6mm de largo.
Usos del tomillo
Cocina
Tanto fresco como seco es uno de los condimentos primordiales de la cocina mediterránea y se usa alrededor del mundo para aromatizar carnes, crear aceites aromáticos, hacer mantequilla de hierbas e infusiones o ingrediente extra para un té.
Va bien en estofados, sopas, marinados, como acompañante de huevos, embutidos y verduras y será una excelente añadidura para platos de cocción lenta, en donde puede liberar todo su aroma. Se usa junto con el aceite de oliva para resaltar el sabor de las carnes y le da un toque fresco a postres que tienen frutas como ingrediente base.
Cosméticos
Es un tónico común por su naturaleza refrescante y antioxidante. Se usa en perfumes, jabones e incluso dentríficos.
Decorativos
Las distintas tonalidades de la planta y sus flores se usan como elemento decorativo en jardines, huertos e incluso arreglos florales.
Medicinales
El tomillo desprende múltiples aceites esenciales que tienen distintos usos según el campo en donde se apliquen. Estimula el apetito, combate parásitos, virus, bacterias y hongos. Principalmente se usa para dolencias del aparato respiratorio como gripes, asma, neumonía y sinusitis y enfermedades digestivas que van desde gastritis hasta parasitosis. En uso externo, controla infecciones e inflamaciones cutáneas y al frotarse ayuda a aliviar dolores reumáticos.
Datos adicionales del tomillo
- Es tan popular, que se menciona junto al perejil, la salvia y el romero en una canción de Simon & Garfunkel.
- Culturas antiguas lo tenían en un pedestal antes de que se conocieran todas sus propiedades. Mientras los egipcios lo usaban como parte de sus ungüentos para embalsamar, los romanos lo añadían a sus quesos y vinos. Estos últimos creían que funcionaba como antídoto en contra del veneno, así que la realeza lo incluía en sus baños para prevenir envenenamientos.